viernes, 9 de diciembre de 2016

Encuentro de Oración- diciembre

                                                
                                              

 SEGUIR A JESUS ES...
 CONFIGURARSE CON EL

En el Punto de Encuentro del mes pasado meditamos como Jesús nos llama a ser sus amigos, sus discípulos, en la oración de este mes queremos seguir avanzando en ese encuentro personal con el Señor para descubrir que también me llama a configurarme con Él, a asumir en mi vida sus actitudes, sus valores y su misión.   

“Conocer a Jesús es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona; haberlo encontrado nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y darlo a conocer con nuestra palabra y obras es nuestro gozo”. (Aparecida 29)


Con estos sentimientos, les invitamos nuevamente a nuestro momento de oración ante Jesús Sacramentado, allí pediremos por cada uno de nosotros, unos por otros, pediremos por nuestra iglesia diocesana. 

Señor, queremos llegar a tener tus mismos sentimientos, saber tratar a todos como tus nos tratas, con pasión de entrega y corazón generoso. Que nuestro encuentro Contigo acreciente en cada uno de nosotros la inquietud por salir a tu encuentro, reconocerte oculto en la Eucaristía y en nuestros hermanos.   

viernes, 11 de noviembre de 2016

Gozosa Celebración de Acción de Gracias

Sólo una pequeña muestra, de lo que para nosotros, miembros de la UNER De Tenerife, fué una celebración gozosa y fraterna, llena de calor y rebosante de devoción y cariño a nuestro San Manuel González.



viernes, 4 de noviembre de 2016

Punto de encuentro... para ser discípulos!!!

Retomamos nuestros "Punto de encuentro".
En sintonía con nuestra misión diocesana, en este año del discipulado, queremos ofrecer a todos un espacio de reflexión orante y encuentro con Jesús vivo en la Eucaristía y su Evangelio.
Un espacio donde podamos sentir su amor, reafirmar nuestra fe en Él, comprometernos con su persona y su misión en el mundo...
Nuestro deseo para todos es que salgamos de estos encuentros con el corazón alegre y entusiasta, fascinados por el misterio de Cristo Eucaristía y nos lancemos a anunciarlo a todos.
Nos acompañará en estos encuentros, como especial protector y modelo, San Manuel González García. Él supo, como pocos, vivir en contante "salida misionera". Apóstol incansable, siempre en camino a repartir entre las gentes el pan de la Palabra, del consuelo y de la Eucaristía.







“EL SEÑOR HA ESTADO GRANDE CON NOSOTROS, Y ESTAMOS ALEGRES”



Después de la inmensa alegría vivida en Roma, en la canonización de San Manuel, nos reunimos el día 30 de Octubre en la Iglesia Catedral para celebrar  la Eucaristía de acción de gracias, presidida por nuestro Obispo D. Bernardo y concelebrada por 23 sacerdotes.
Eucaristía en la Catedral de La Laguna

Como siempre, el Señor no se deja ganar en generosidad y para tan grande y entrañable celebración nos acompañó una gran cantidad de miembros de la UNER, un grupo numeroso de la Parroquia de San Manuel, religiosas y religiosos y no pocos amigos que quisieron compartir esta gran alegría para nosotras y para toda la Iglesia.
Al finalizar la Eucaristía nos dirigimos a los salones de la Parroquia de la Concepción, aquí en la Laguna, donde compartimos un sencillo ágape fraterno, en un clima festivo y alegre. 
Momentos todos muy emotivos que compartimos con vosotros a través de esta selección de fotografías….


 









miércoles, 26 de octubre de 2016

Gracias por esta inolvidable experiencia!!

Esperábamos nuestra peregrinación con ilusión y, hay que reconocerlo, algún que otro sobresalto y... ¡ya estamos de regreso!

Eso sí, con el corazón lleno por tantas experiencias vividas y dispuestos a reanudar con fuerza nuestro camino junto a Jesús Eucaristía.

Nos sentimos afortunados por haber podido peregrinar a Roma y participar de cerca en la canonización de nuestro ya querido "San Manuel".  Nuestra peregrinación fué una forma de expresar nuestra gratitud por este hombre de Dios y la oportunidad de vivir nuestro sentido de católicos con otras Diócesis hermanas, que comparten con nosotros la gratitud y el afecto a Don Manuel; y de expresar juntos nuestra comunión de fe en la Eucaristía.

Sin duda tuvimos una gran oportunidad y un inmenso regalo que esperamos nos sirva de nuevo aliento en nuestra vida de fe eucarística y en nuestra labor apostólica, especialmente en nuestro compromiso en la misión diocesana.




viernes, 30 de septiembre de 2016

Mensaje de la Comisión  Permanente de la Conferencia Episcopal Española 
con motivo de la canonización del Obispo Manuel González García

Un modelo de fe eucarística
para nuestro tiempo

Así han querido presentar, los Obispos de España, a nuestro Padre. Como "modelo de fe eucarística" para todos  los creyentes y para nuestro tiempo,tan necesitados de espíritu contemplativo, de entregada actividad caritativa y de volver a la mesa eucarística donde Cristo se hace presencia cercana y Pan vivo que alimenta y fortalece (cfr. Jn 6, 22-59).
Compartimos el mensaje completo, una genial síntesis de su vida y espiritualidad, con el deseo de que su lectura y meditación sean una invitación a una fuerte vida eucarística.

Damos gracias a Dios porque el próximo día 16 de octubre de este Año jubilar de la Misericordia el Papa Francisco canonizará en Roma al beato Manuel González García, obispo de Palencia y antes de Málaga, junto a con los beatos José Sánchez, José Gabriel del Rosario Brochero, Salomone Leclercq, Lodovico Pavoni, Alfonso Mª Fusco y Sor Elisabeth de la Santísima Trinidad (Elisabeth Catez).
La vida y obra del nuevo santo obispo español, centradas en la Eucaristía, constituyen un modelo para la Iglesia y para nuestro tiempo, tan necesitados de espíritu contemplativo, de entregada actividad caritativa y de volver a la mesa eucarística donde Cristo se hace presencia cercana y Pan vivo que alimenta y fortalece (cfr. Jn 6, 22-59).
El obispo Manuel González nos ha dejado en sus fundaciones y en sus obras (escritas con el gracejo y sabiduría de un excepcional párroco y catequista) la invitación a una fuerte vida eucarística que ayude a los cristianos a vivir y testimoniar su fe. Más aún, el santo obispo animó siempre a los fieles a participar en la Santa Misa y a vivir lo que ella significa en el servicio a los pobres y excluidos, no menos que a relacionarse frecuentemente con el Señor, realmente presente en el sagrario. Una presencia de Amor no siempre correspondido: entrar a la adoración eucarística para abrazar y salir para servir.
Por otro lado, al nuevo santo no le fue ahorrada la cruz en su vida y así experimentó, en no pocas ocasiones, la dura tribulación del desafecto; sufrió también callada y ejemplarmente el destierro en la España de los dramáticos años 30 del siglo pasado. Al mismo tiempo es justo también subrayar que él supo siempre perdonar a todos al calor de Cristo-Eucaristía, que une lo dividido y reconcilia lo enemistado (cfr. Ef 2,14). “Porque el pan es uno, nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo, pues todos comemos del mismo pan” (1 Cor 10, 17).
1.   Corresponder al amor de Cristo
Don Manuel González había nacido en 1877 en Sevilla. De su catedral fue niño cantor (seise), y en esta misma ciudad fue ordenado sacerdote por el beato cardenal Marcelo Spínola el 21 de septiembre de 1901. Se recuerda aún su primera labor pastoral en la localidad sevillana de Palomares del Río, donde robusteció y forjó su espiritualidad eucarística y su amor por los más pobres. Ante el sagrario solitario de esta parroquia tuvo una experiencia interior sobrenatural que marcaría toda su vida y mensaje: “Allí de rodillas... mi fe veía a un Jesús tan callado, tan paciente, tan bueno, que me miraba... que me decía mucho y me pedía más, una mirada en la que se reflejaba todo lo triste del Evangelio... La mirada de Jesucristo en esos sagrarios es una mirada que se clava en el alma y no se olvida nunca. Vino a ser para mí como punto de partida para ver, entender y sentir todo mi ministerio sacerdotal”.
Esta vivencia marcó su entera existencia y misión, verdaderamente ejemplar para una genuina espiritualidad sacerdotal. Así, cuando en 1905 es nombrado párroco de Huelva, al encontrarse con una situación de indiferencia religiosa, su amor y celo apostólico abrieron caminos para reavivar la vida cristiana de sus feligreses y se preocupó también de la situación de las familias más necesitadas y de los niños, para los que fundó escuelas. El 4 de marzo de 1910 ante un grupo de colaboradoras manifestó el gran anhelo de su corazón: "Permitidme que yo, que invoco muchas veces la solicitud de vuestra caridad en favor de los niños pobres y de todos los abandonados, invoque hoy vuestra atención y cooperación en favor del más abandonado de todos los pobres: el Santísimo Sacramento. Os pido una limosna de cariño para Jesucristo sacramentado... Os pido, por el amor de María Inmaculada y por el amor de ese Corazón tan mal correspondido, que os hagáis las Marías de esos sagrarios abandonados". Así, con la sencillez del Evangelio, nació la "Obra para los Sagrarios-Calvarios" para dar una respuesta de amor reparador al amor de Cristo resucitado, real y verdaderamente presente en la Eucaristía.
Cuando en 1920 fue nombrado obispo de Málaga, de la que era auxiliar desde 1916, lo celebró reuniendo, en una comida festiva, a los niños pobres, a quienes autoridades, sacerdotes y seminaristas sirvieron en una mesa que era verdadera prolongación de la mesa eucarística.
2.   Apostolado eucarístico
Don Manuel es también conocido como el fundador e impulsor de la gran familia seglar “Unión Eucarística Reparadora”. Fundó además en 1921 la congregación de las Misioneras Eucarísticas de Nazaret (conocidas popularmente como “Hermanas Nazarenas”), presentes con su labor apostólica en ocho países de dos continentes, y puso en marcha, fruto de su gran afán evangelizador, la popular revista El Granito de Arena, con un especial acento en la propagación del amor a la Eucaristía.
El santo obispo llegó a la diócesis castellana de Palencia en 1935, después de cuatro años de forzada ausencia de su diócesis anterior. Aceptó ser obispo de Palencia con un verdadero amor pastoral hasta su muerte, acaecida en Madrid el 4 de enero de 1940. Enterrado en la capilla del Sagrario de la catedral palentina, sobre su tumba se lee una última voluntad que es también humilde súplica: “Pido ser enterrado junto a un Sagrario, para que mis huesos, después de muerto, como mi lengua y mi pluma en vida, estén siempre diciendo a los que pasen: ¡Ahí está Jesús! ¡Ahí está! ¡No lo dejéis abandonado!”.
Sus enseñanzas poseen permanentes valores teológicos e intuiciones que se asoman a una piedad eucarística renovadora, como desea el Concilio Vaticano II que sea impulsada en la Iglesia, ya que “la Liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y al mismo tiempo la fuente de donde mana toda su fuerza…, la renovación de la Alianza del Señor con los hombres en la Eucaristía enciende y arrastra a los fieles a la apremiante caridad de Cristo” (Const. A. Sacrosanctum Concilium, n.10; cf. Ritual de la Sgda. Comunión y del culto a la Eucaristía fuera de la Misa, n.25).
3.   Adoración y caridad
Por esto mismo, la propuesta cristiana que propagaba don Manuel González de “eucaristizar” la vida, de trasformarla en adoración, ofrenda y compromiso permanente, constituye un valioso programa de vida cristiana también para nuestro tiempo. Él nunca separó la Eucaristía del servicio a los excluidos, ya que siempre la orientó hacia el descubrimiento del rostro de Cristo pobre y abandonado en las múltiples marginaciones de cada día. El santo obispo de Palencia dio forma concreta en su vida pastoral a lo que  pediría el papa Benedicto XVI al afirmar que “sólo en la adoración (eucarística) puede madurar una acogida profunda y verdadera. Y precisamente en este acto personal de encuentro con el Señor madura luego también la misión social contenida en la Eucaristía y que quiere romper las barreras no sólo entre el Señor y nosotros, sino también y sobre todo las barreras que nos separan a los unos de los otros” (Exh. A. Sacamentum caritatis, 66).
Es así como don Manuel González fue un hombre de su tiempo y los avatares de la España en que le tocó vivir dejaron honda huella en sus preocupaciones y realizaciones pastorales. No predicó la huida del mundo, sino que siempre contempló la presencia de Cristo en la Eucaristía como un momento de intimidad particular para después movilizar a los fieles hacia el compromiso social y caritativo. Esta actividad la veía no como un lugar sin retorno, sino como medio para retornar de nuevo a la intimidad con Cristo al que se había escuchado y servido en el propio quehacer apostólico, ya que, como señala el Papa Francisco, “para nosotros toda persona y más si está marginada, si está enferma, es la carne de Cristo” (Disc. Caritas Internationalis, 16-05.2013).  ¿Cómo no reconocer en esta intuición un bello ideal de vida cristiana para nuestro tiempo?
4.   Actualidad de su mensaje
 “Sería triste –señalaba S. Juan Pablo II en la misa de beatificación de D. Manuel el 29 de abril de 2001- que la presencia amorosa del Salvador (en la Eucaristía), después de tanto tiempo, fuera aún desconocida por la humanidad. Esa fue la gran pasión del beato Manuel González García..., (el nuevo beato) es un modelo de fe eucarística, cuyo ejemplo sigue hablando a la Iglesia de hoy”.
Efectivamente, ochenta y seis años después de su muerte, la vida y mensaje del nuevo santo español recobran actualidad. Siempre cerca de Cristo-Eucaristía, nos ayuda a descubrir, en contraste con los olvidos humanos, las palabras y latidos más profundos de la misericordia divina y nos señala insistentemente al Santísimo Sacramento, que como dice el Vaticano II, es fuente y cumbre de toda vida cristiana, no menos que expresión concreta de la unidad del pueblo de Dios (cf. LG, n. 11).
Precisamente, el “camino, recorrido por Jesús hasta el extremo (cf. Jn 13,1), se hace presencia y memoria permanente para nosotros en este sacramento. Por eso nosotros, ante Jesús-Eucaristía, queremos renovar nuestra unión con Él y nuestro seguimiento (cf. Col 3,9-15) y lo hacemos manteniendo vivo su proyecto compasivo, como nos pide el Papa Francisco: «En este Año Santo, podremos realizar la experiencia de abrir el corazón a cuantos viven en las más contradictorias periferias existenciales, que con frecuencia el mundo moderno dramáticamente crea. ¡Cuántas situaciones de precariedad y sufrimiento existen en el mundo hoy! Cuántas heridas sellan la carne de muchos que no tienen voz porque su grito se ha debilitado y silenciado a causa de la indiferencia de los pueblos ricos». (Misericordiae vultus, 2015, nº 15)” Contemplando el misterio de la Eucaristía y configurados por él, trabajemos por una cultura de la compasión (Comisión E. de Pastoral Social. Mensaje para el Corpus Christi-2016).
5. Con el ejemplo de la Virgen María, “primer sagrario” y “mujer eucarística”
S. Juan Pablo II nos pedía que siguiéramos “la enseñanza de los santos, grandes intérpretes de la verdadera piedad eucarística. Con ellos la teología de la Eucaristía adquiere todo el esplendor de la experiencia vivida, nos «contagia» y, por así decir, nos «enciende». Pongámonos, sobre todo, a la escucha de María Santísima, en quien el Misterio eucarístico se muestra, más que en ningún otro, como misterio de luz. Mirándola a ella conocemos la fuerza trasformadora que tiene la Eucaristía. En ella vemos el mundo renovado por el amor” (Ecclesia de Eucharistia, n.62).
Con estos sentimientos, deseamos que la canonización de D. Manuel González, en el marco del Jubileo Extraordinario de la Misericordia que estamos celebrando, anime a los fieles de la Iglesia en España a una verdadera y frecuente adoración del Señor en el sacramento de la Eucaristía, así como  a una mayor vivencia personal y comunitaria del Domingo y a  cuidar con esmero la reserva del Santísimo Sacramento. Esto nos ayudará a avanzar en el camino de la santidad y de la misericordia, y a generar una verdadera cultura del encuentro y la compasión en nuestro mundo mediante el testimonio cristiano de la caridad.

Madrid, 28 de septiembre de 2016

domingo, 18 de septiembre de 2016

De cómo se hace un arcipreste...

Carta abierta II

De cómo se hace un arcipreste...

Para que no caigas en la tentación de corregirme a la plana, mi bueno y santo don Manuel, te voy a ceder la palabra. Revolviendo en tus papeles, en tus muchos libros y folletos, he topado con el minucioso relato en que reproduces el diálogo que medió entre tú y el señor cardenal aquella mañanica de finales de febrero. Yo ni quito ni pongo coma de más o coma de menos.

-“No; yo no le mando ir a Huelva; está aquello tan mal, y lo que es peor, tan dividido entre los pocos buenos... Estoy tan harto de probar procedimientos para mejorarlo sin obtenerlo, que me he acordado de usted como última tentativa: al fin y al cabo usted es joven y, si se estrella en Huelva, como lo temo, el mismo que lo lleva lo puede traer. Pero, repito, esto no es un mandato, sino un deseo...”

-“Señor, los deseos de mi Prelado son para mí órdenes, ¿cuándo quiere que me vaya?”

-“No, no; ahora se va usted a su casa y, durante tres días y con completa reserva de esta conversación, madure usted este deseo mío delante de su Sagrario y vuelva después con su decisión”.

-“Espero, con la gracia de Dios, que dentro de tres días vendré aquí a decir a vuestra excelencia lo mismo que ahora le digo”.

Y tras comentar que durante esos tres días apenas si comiste y dormiste y los tremendos esfuerzos que tuviste que hacer para conservar la buena cara y hasta el buen humor ante tus padres, ante los ancianos, ante las Hermanitas, sigues escribiendo:

“Llegado el tercer día, me presenté de nuevo al señor Arzobispo: Señor, aquí me tiene para repetirle lo que le dije el otro día, ¿cuándo quiere que me vaya a Huelva?

-“Pero, ¿así?, ¿tan decidido?

-“Sí, señor; completamente decidido. Ahora que como a mi prelado le voy a hablar como al Jesús de mi Sagrario, debo decirle que me voy a Huelva tan decidido en mi voluntad como contrariado en mi gusto.”

-“¿Cómo? ¿Es que no va a gusto?”

-“Voy obedeciendo los deseos de vuestra excelencia con toda mi voluntad, pero contra mi gusto.”

-“Me lo explico y no me extraña; espero que ese desprecio de su gusto para abrazarse a la voluntad del prelado, le ayudará en su misión de Huelva.”  

En la despedida, muy cariñosa, el cardenal Spínola se te mostró todo un padre.

-“Sé que es usted muy joven, te dijo, para un arciprestazgo tan importante y para lo malo que está aquello; yo he vivido allí y lo conozco, pero ¡no importa! Vaya, pruebe y si no le va bien, se viene. Las puertas de este palacio siempre estarán abiertas para usted; y en mí siempre tiene un padre, a quien le puede contar todo, que lo recibirá con los brazos abiertos”.

Once largos años estuviste en Huelva, primero -ya lo hemos comentado tú y yo- como cura ecónomo o cura regente de la parroquia de San Pedro durante tres meses y medio, luego -durante todo el resto- como arcipreste. Los primeros seis años te resultaron todo un martirio porque eran muchos los que no querían saber nada de los curas. Pero, a partir de la huelga de los mineros, a partir -quiero decir- de todos los cientos de comidas que tuviste que improvisar para que ni chicos ni grandes se te murieran de hambre, a partir de ese derroche de tu caridad sin fijarte si la mano que te pedía era de alguno de tus feligreses o si lo era de quien no pisaba la parroquia ni atado, a partir de ese año de 1911, comenzaste a ser entre todos los onubenses lo que te piropeó un minero en la estación del tren de Riotinto: “Don Manuel, usted es el hombre más grande del mundo”. 

No lograste atraer a todos a la Iglesia y menos aún a una sincera y comprometida fe en Jesús de Nazaret; pero qué lejos quedaban ya aquellos primeros años de tu ministerio en Huelva cuando, de entre una feligresía de 20.000 bautizados de tu parroquia de San Pedro, no comulgaba ni uno solo de ellos, o cuando los chiquillos te insultaban en la calle, al verte pasar, llamándote “cuervo” y “mala pata” y, si a menos les venías, te tiraban piedras con la intención más negra de abrirte la cabeza. “¿Y qué hace usted cuando le tiran piedras?”, te había preguntado tu cardenal arzobispo. Y tú le habías respondido: “Pues, sencillamente, torearlas”.

Y qué lejos igualmente el diálogo aquel que mantuviste con el sacristán de tu parroquia en el pórtico del templo a las ocho de la mañana de tu primer día de estancia en Huelva. En tu tiempo de capellán del asilo de ancianos en Sevilla habías adquirido la costumbre de entrar en la capilla a las cinco y media para decir tu misa a las seis, después de haber oído en confesión a los que querían reconciliarse. Y las cinco y media te plantaste, como si tal cosa, en la hermosa iglesia mudéjar de San Pedro... Bueno, a la puerta de la hermosa iglesia parroquial. El templo estaba cerrado y la llave obraba en el bolsillo del sacristán. No te quedaba sino esperar con paciencia...hasta las seis, hasta las siete, hasta las ocho y pico. “¡Cómo se conoce que es usted novicio!”, te dijo, sonriendo de lástima, el sacristán. Te explicó por qué: “Aquí la gente no madruga, y los de iglesia, ¿para qué vamos a madrugar?”. Tú le pediste con toda sencillez la llave y le dijiste que él no madrugara. Tú abrirías todos los días la iglesia... a las cinco y media. El sacristán te miró extrañado. No entendía para qué querías pegarte semejante madrugón, porque “señor cura, a la misa no vienen más que dos o tres mujeres”. Hablasteis algún tiempo más. En un momento le preguntaste por las comuniones que se distribuían en la parroquia. Y ahora el extrañado ibas a ser tú al oír su respuesta: “Aquí, señor cura, se acostumbra poco eso”.

Sí, todo eso quedaba ya lejos, pero reconoce que tuviste que sufrir de lo lindo. “¡Qué días aquellos de mis primeros tiempos en Huelva!”, llegaste a escribir mucho después y en esa exclamación se adivina aún dolor que no podías arrancarte de tus recuerdos. “Yo no puedo pasar al papel la inmensa desolación en que mi alma estaba sumergida”. No sabías qué hacer, ni por dónde comenzar, ni qué caminos seguir. Sólo sabias que sobre ti pesaba la enorme responsabilidad de la re-evangelización de Huelva.

(Texto completo en: "Folletos con él"- mayo de 2001)

domingo, 28 de agosto de 2016

Mi muy querido don Manuel


El próximo 16 de octubre, su Santidad el Papa Francisco te proclamará santo. 
Me parece estupendamente bien. Te lo tienes ganado a pulso.



Mi muy querido don Manuel:

Me tomo la licencia de apearte el tratamiento y la libertad del tuteo porque te conozco desde ya hace muchos años. Desde siempre -y aunque tú no lo supieras- te he tenido por un viejo amigo, amén de por un original maestro. Comencé a tratarte en mis ya lejanos años de estudiante en el Seminario Diocesano de Vitoria. En las clases de catequética las enseñanzas pedagógicas de tus libros hacían autoridad. Tus escritos nos iniciaban en un estilo nuevo de enseñar el catecismo, hecho de participación activa y atento siempre a las pequeñas peripecias de la vida de cada día. El diálogo vivo, chispeante, agudo, pintoresco y hasta un tanto así de folklórico, arrumbaba los antiguos moldes de las preguntas y respuestas del Astete o del Ripalda.

No estoy nada seguro de que yo, vasco como soy, alcanzara a captar todos los matices, sutiles y finísimos, de tus catequesis andaluzas. Si recuerdo que el aula se llenaba de sonrisas y, a las veces, hasta de sonoras carcajadas por la vivacidad y por el tipismo de tus decires y más aún por la desbordada imaginación con que contabas a tus “chaveítas” de Huelva, primero, o a los muchachotes de El Perchel y de la Playa de San Andrés, ya en Málaga, después, las páginas mejores del Evangelio de Jesús. Me resultaba sorprendente la habilidad con que enlazabas los diálogos de los chavales en el patio de la escuela con las escenas evangélicas y cómo aplicabas el meollo de las parábolas del Maestro a los mínimos aconteceres de la vida diaria de tus chicos.

He de confesarte que ya desde entonces me parecías un tipo fenomenal y un bastante o un mucho fuera de serie, aunque no imitable sin más ni más. Yo no me veía en tu pellejo. Creo que me habría muerto de vergüenza si se me hubiera ocurrido echar mano de tus expresiones o si hubiera tratado de reproducir en mis catequesis los pifostios que tú te montabas en las tuyas para visualizar -valga por caso- los diablillos de las tentaciones y los angelitos que nos llevan a hacer el bien... Había que ser sevillano como tú, me decía a mí mismo, para designar como “el Amo bendito” al Jesús de los Sagrarios o como “el tiznado” al demonio.

Pero esto era, sin duda, lo de menos. Comenzaba a comprender que no podían explicarse sólo por tu sevillismo ni la inmensa libertad de espíritu de que hacías gala en tus libros ni el derroche de gracia y de salero -en el límite del desparpajo- con que comentabas el Evangelio. Porque lo curioso y espectacular del caso era que tanto donaire y tanta pintoresca frescura en tu modo de hablar y de escribir no resultaba impedimento alguno para que toda tu actuación de catequista estuviere transida de una singular unción religiosa. Por debajo de las gracias y de los brillos de tus chistes se adivinaban los impulsos incontenibles de tu celo apostólico y tus ansias infinitas por hacer que el Amor fuera amado, que el Corazón de Jesús reinara en todos los hogares, que la soledad del Sagrario diera paso a la compañía y a la reparación. 

Sí, mi viejo amigo, tu pedagogía catequética era todo un derroche apasionado de amor a Dios, la expresión de un hombre chiflado por el Señor. Se te notaba a mil leguas de distancia que hablabas de lo que vivías y que enseñabas lo que antes había sido tu experiencia más íntima.

Y ellos, los pobres y pequeños sí te comprendieron.

¡Qué delicia de diálogo el que mantuviste con aquel crío que, a tu parecer, por el color y el olor de sus manos y de su cara, no podía ser sino “sargento de colilleros”! 
     Te interpelaba el chaval: “Señó Bispo, ¿cómo vamos? 
     Tú le respondiste: “Bien, hombre, ¿y tú? 
     Y el chaval que te dice: “Pos la má de contento con osté”. 
     Y dirigiéndose a sus amigos que se estaban acercando al diálogo: 
     “Camará ¡y qué Bispo nos ha caío!”

Siempre así. Rodeado de pobres y querido por los pobres. Rodeado de chiquillos y querido a matar por los chiquillos.


(Texto completo en: "Folletos con él"- mayo de 2001)


martes, 9 de agosto de 2016

Escritor Fecundo





Salta a la vista que D. Manuel poseyó una personalidad amplia, rica y completa. Dotado de una inteligencia ágil e intuitiva, y de una sensibilidad delicada, captadora de los más finos matices, que le hicieron ganar a pulso numerosos títulos que lo convierten en un obispo de talla excepcional.
Y no es ciertamente el menor el de Escritor fecundo. Porque desde el 8 de noviembre de 1907, en que funda la revista “El Granito de Arena”, su pluma no se cansó de moverse a lo largo de treinta y dos años, siempre al servicio de Dios y de su Iglesia.

Escribió innumerables obras. Pasan de cinco mil las páginas publicadas por don Manuel en una multitud de libros y folletos. Sin contar los numerosísimos artículos en el “Granito de Arena”, sus Cartas pastorales, su Epistolario y el “Diario de apuntes íntimos”.

Ningún tema, pastoral, espiritual, educativo, catequístico, sacerdotal, eucarístico o mariano le fue ajeno. Se interesó por todo, habló de todo, y escribió de todo cuanto estuvo a su alcance, en el plano preferentemente pastoral y eucarístico, donde brilla con luz propia como astro de primera magnitud.

Y todo esto en medio de una vida densamente llena de iniciativas apostólicas, parroquiales y episcopales. En la que se van incrustando, a impulsos de su celo pastoral, todo un largo rosario de obras escritas aprovechando los pequeños descansos y los fugaces paréntesis.

Agudamente Campos Giles evoca a Santa Teresa cuando estudia “El secreto de su pluma”. Si la mística doctora de Ávila tenía que tomar de nuevo el sendero de sus interrumpidas páginas, excusándose humildemente con aquel gracioso inciso de “perdonen mis hijas que muy mucho me he divertido”, el próximamente santo aprovecha cualquier oportunidad y coyuntura para redactar sus escritos, y es precisamente en la estancia de Gibraltar y Madrid, durante su destierro de Málaga, cuando más rinde su apostólica pluma.

Vida intensísima la de nuestro D. Manuel en oración, en acción, en fundaciones y en escritos. Fecundidad prodigiosa la suya, al servicio de Dios, de la Iglesia, de la Eucaristía, de las almas. La clave de este ritmo desbordante y desbordado hay que buscarla en su interioridad cristocéntrica: “Como el discípulo predilecto, tuvo la santa osadía de pasarse la vida reclinado sobre el pecho del Amado. E iba contando, una a una, en la hora silenciosa del Amor, las palpitaciones del Corazón de Cristo”.

La Eucaristía y el Evangelio fueron sus principales y perennes fuentes de inspiración. Fue ante todo un apóstol de la Eucaristía y un buscador de fórmulas geniales para “eucaristizar” a las almas, como él solía decir.
Basta ojear cualquier escrito de don Manuel para apreciar al instante las sencillas coordenadas de toda su espiritualidad, centrada en el Evangelio y en la Eucaristía asimilada.

Notas estilísticas

Pocos autores poseen una impronta más definitoria y un estilo más personal que don Manuel González. Se han señalado cuatro notas características que lo hacen inimitable y único: transparencia, originalidad, humor y unción.


Tan hondo impacto produjeron sus obras por razón de su fondo y de su forma, que Ricardo León llegó a comentar entusiasmado: “¡Cuánto envidio su estilo! ¡Qué no daría yo por tener esa sencillez inimitable con que escribe!” El gran pedagogo don Andrés Manjón comentaba así la recién aparecida revista “El Granito de Arena”, donde palpitaba la pletórica personalidad de su director: “Está escrita en cristiano y en andaluz, con mucha gracia y mucha claridad y sustancia”.

martes, 2 de agosto de 2016

Hizo camino


Breve síntesis biográfica.


Manuel González García, obispo de Málaga y de Palencia, fue una figura significativa y relevante de la Iglesia española durante la primera mitad del siglo XX.
Nace el 25 de febrero de 1877 en Sevilla, ciudad de la gracia y de la luz. Hijo de familia humilde y profundamente religiosa, pasa allí los primeros años de su vida, en los que van quedando marcadas con huella firme la gracia de la tierra, que le hará sonreír durante toda su vida, aún en medio del dolor más amargo, y la gracia del cielo.
En octubre de 1889 entra en el Seminario de Sevilla y, tras los años de formación, recibe la ordenación sacerdotal el 21 de septiembre de 1901. Sus amores predilectos eran la Eucaristía y la Virgen. Su característica, la alegría.
Hay una experiencia clave en los inicios de su vida sacerdotal que marcará para siempre su ministerio: el 2 de febrero de 1902 es enviado a predicar una misión a Palomares del Río (Sevilla), allí Dios le marcó con la gracia que polarizó toda su vida. Ante el Sagrario de ese pueblo vivió una experiencia singular, que fue el camino hacia la comprensión de una realidad nueva: el abandono de la Eucaristía y sus consecuencias. Desde aquel momento su sacerdocio y su vida entera estarán centrados en la Eucaristía abandonada. Ésta era su obsesión, y hace de ella eje y quicio de toda su actividad y entrega.
Las primicias pastorales en Sevilla las vivió como capellán del Asilo de las Hermanitas de los Pobres. En 1905 fue nombrado cura ecónomo de la parroquia de San Pedro de Huelva, y a los pocos meses arcipreste de esa ciudad, donde se encontró con una situación de notable indiferencia religiosa, pero su amor e ingenio abrieron caminos para reavivar pacientemente la vida cristiana, desplegando un múltiple y variado apostolado, especialmente en favor de los más abandonados: niños, obreros, etc.
La llama que prendió ante el Sagrario de Palomares del Río sigue viva y el 4 de marzo de 1910 comparte su experiencia carismática con un grupo de colaboradoras en su actividad apostólica y funda la Obra de las Marías de los Sagrarios. . Éste fue su llamamiento “Yo os pido amor para Jesús Eucaristía, un poco de calor y respuesta para esos Sagrarios tan abandonados”. La acogida de este movimiento eclesial fue inmediata y se extendió rápidamente. Don Manuel abrió camino, sucesivamente, a las distintas ramas que hoy conforman la Familia Eucarística Reparadora: laicos (adultos-1910, jóvenes-1940), niños-1934), sacerdotes (1918), congregación religiosa (1921) y consagradas laicas (1933).
Don Manuel penetró en el misterio del abandono de la Eucaristía, así como en sus consecuencias, y consagró toda su vida a luchar contra ese mal a través de una acción esencialmente eucarística. Sintetiza su experiencia y la misión que de ella brota en un nuevo vocablo: Eucaristizar. Que define como: «Acercar a todos a la Eucaristía y meterlos dentro del Corazón de Jesús que allí palpita por ellos, para que vivan la vida que de Él brota».
Apóstol incansable de lo social, fundador de muchas obras apostólicas y sociales, quiso definirse a sí mismo como el Obispo de los dos grandes abandonados: el Sagrario y el pueblo.
Destacó su constante preocupación por los niños, a ellos dedicó todo el cariño de su vida eucaristizada: “con los niños le hemos visto reír y llorar, rezar y jugar muchas veces en los porches de sus parroquias a los pilares, a las prendas…. Pero Manuel, ¡es inútil querer enseñar a esos niños tan pequeños! le decía un buen sacerdote al ver aquellos muñequillos lamer el plato de comida que le daba su “Pae Vicario” y preparándose para recibir su otra buena ración de catecismo. Pero poco a poco ellos iban aprendiendo a querer al Jesús del Sagrario que D. Manuel les decía.
En 1916 es nombrado Obispo de Málaga. Aquí se dedicó de modo especial a la formación de los sacerdotes. Para ellos emprendió la construcción de un nuevo seminario que reuniese las condiciones para una buena formación. Así lo diseñó: «Hay que hacer un seminario en el que la Eucaristía sea e influya lo más que pueda ser e influir. Esto es: Un seminario sustancialmente eucarístico.
En 1931, tras el incendio del palacio episcopal, se traslada a Gibraltar para no poner en peligro la vida de quienes lo acogen. Y posteriormente, en 1932 a Madrid, desde donde rige su diócesis malagueña hasta que en 1935 es nombrado Obispo de Palencia, allí entregó los últimos años de su ministerio episcopal.
Su vida fue para los demás generadora de vida; alimentó la fidelidad a su vocación en las fuentes de la Eucaristía y esta fidelidad se expresó en la existencia de cada día. Así lo expresó: «Para mis pasos yo no quiero más que un camino, el que lleva al Sagrario, y yo sé que andando por ese camino encontraré hambrientos de muchas clases y los hartaré de todo pan; descubriré niños pobres y pobres niños, y me sobrará el dinero y los auxilios para llevarles escuelas y refugios para remediarles su pobrezas; tropezaré con tristes sin consuelo, con ciegos, con tullidos y hasta con muertos del alma o del cuerpo, y haré descender sobre ellos la alegría de la vida y de la salud».
También hay que destacar, durante todos los años de su actividad pastoral, la profusión de sus escritos. Con estilo ágil, a la vez que profundo y pastoral, transmitió el amor a la Eucaristía, introdujo en la oración, formó catequistas, guió a los sacerdotes. Entre sus libros destacan: El abandono de los Sagrarios Acompañados, Oremos en el Sagrario como se oraba en el Evangelio, Lo que puede un cura hoy, El Rosario sacerdotal, Un sueño pastoral, Así ama Él, Jesús callado, Artes para ser apóstol, La gracia en la educación, Cartilla del catequista cabal, Arte y Liturgia, etc.
Además, fue un gran exponente de la prensa católica de principios del siglo XX con la creación de las revistas El Granito de Arena, para adultos, y RIE, para niños, que se siguen publicando en la actualidad.
Murió el 4 de enero de 1940. Su sepulcro a los pies del Sagrario de la catedral de Palencia, tal como había vivido. El epitafio escrito por él mismo es el lema, el programa y síntesis de toda su vida gastada al servicio de la Eucaristía: “Pido ser enterrado junto a un Sagrario, para que mis huesos, después de muerto, como mi lengua y mi pluma en vida, están siempre diciendo a los que pasen: ¡Ahí está Jesús! ¡Ahí está! ¡No dejadlo abandonado!
Fue beatificado por el Papa Juan Pablo II en Roma, el 29 de abril de 2001. En esa ocasión lo definió como «Modelo de fe eucarística».

sábado, 23 de julio de 2016

ORAR CON EL EVANGELIO


Domingo 17 del Tiempo Ordinario

+ Lectura del santo evangelio según san Lucas 11, 1ss

Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: 
«Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.»
Él les dijo: 
«Cuando oréis decid: “Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación.”»

...Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre.
Orar es hablar a Dios con el corazón, y, por tanto, cosa sumamente fácil y al alcance de todos, ilustrados y rudos, mayores y chicos, buenos y malos, pues todos tienen boca y corazón; y la segunda, que toda oración se compone de dos elementos: uno humano, el conocimiento de nuestra indigencia absoluta en cuanto al alma y en cuanto al cuerpo, y otro divino, la fe y la confianza sobrenaturales en el amor misericordioso y omnipotente de Dios que quiere y puede y ha prometido socorrer nuestra indigencia; 
o, más breve: oración es la fe y la confianza poniendo en comunicación y en curación la gran miseria humana con la gran misericordia divina.
   Eso es toda oración: la miseria de rodillas, con las manos extendidas y la boca abierta, ante la Misericordia omnipotente del Corazón de Dios. Ésa es, en la esencia, la oración.
¿Cómo se ora?
Se ora como se pide y se pide según se siente la miseria propia y según se cree y se confía en la misericordia de Dios.   A más conocimiento de aquélla y a mayor fe y confianza más viva en ésta, más eficaz oración.
Manuel González García 

lunes, 18 de julio de 2016

Peregrinación a Roma: Canonnización del Bto. Manuel González





El próximo 16 de octubre todos los que nos sentimos vinculados de alguna manera al Beato Don Manuel González García, el obispo de la Eucaristía, tenemos una importante cita en la plaza de San Pedro: El Papa Francisco proclamará santo a nuestro querido D. Manuel y, con ello, regalará un nuevo santo a la Iglesia y al mundo.

Os animamos a peregrinar juntos hasta allí para celebrar con júbilo, para orar y agradecer, para encomendar y suplicar. 

Ya tenemos disponible la información sobre los distintos itinerarios de viajes de la peregrinación oficial desde Tenerife. Si quieren más información, pueden descargarse el folleto al final de la página y pueden contactar con las hermanas para cualquier consulta que necesiten hacernos.

Actos centrales: incluídos en todos los itinerarios

  • Acto de acogida a los peregrinos: sábado 15 de octubre a las 18:00. Vigilia de oración en la basílica Sant'Andrea della Valle (Corso Vottorio Enmanuelle.
  • Misa de Canonización: Domingo 16 de octubre, 9,30. Plaza de San Pedro.
  • Almuerzo de Confraternidad.
  • misa de acción de gracias: Lunes 17 de octubre, 8:00. Basílica Santa María la Mayor.


Itinerario 1: 4 días         910 €                                                     del Viernes 14 al Lunes 17  ESPAÑA – ROMA  – ESPAÑA

Incluye una visita a Roma de noche (visitando la famosa Fontana de Trevi, el Panteón y la espectacular Plaza Navona), visita a la Basílica de San Juan de Letrán, las Catacumbas y una visita panorámica de la Roma Antigua.  

 
Itinerario 2: 4 días         910 €                                                     del Sábado 15 al Martes 18  ESPAÑA – ROMA  – ESPAÑA

Visitando la Basílica de San Juan de Letrán, las Catacumbas y una visita panorámica de la Roma Antigua.  Incluye también visita a Roma de noche (la famosa Fontana de Trevi, el Panteón y la espectacular Plaza Navona).  

Itinerario 3: 5 días         1000 €                                                     del Viernes 14 al Martes 18  ESPAÑA – ROMA  – ESPAÑA

Realizaremos una preciosa visita al corazón de la Roma antigua: la isla Tiberina, el Trastevere, las Colinas de Aventino, el Coliseo, el Circo Máximo, Arco del Triunfo, Plaza de Venecia...  Tendremos un agradable paseo acompañados de nuestro guía por la Fontana di Trevi, Pantheon de Agripa o la Piazza Navona, con sus tres fuentes: Fuente de los Cuatro Ríos, Fuente del Moro y Fuente de Neptuno. Sin olvidar pasear por la famosa Piazza del Popolo presidida por un obelisco egipcio y la Piazza di Spagna. 
Igualmente visitaremos la Basílica de San Juan de Letrán, la de San Pablo Extramuros y las Catacumbas. Y veremos Roma de noche, recorriendo las principales plazas de la ciudad, visitando la famosa Fontana de Trevi, el Panteón y la espectacular Plaza Navona, con sus típicos tenderetes y retratistas, etc. 

Itinerario 4: 8 días         1320 €                                                     del Viernes 14 al Viernes 21  ESPAÑA – ROMA  – ASÍS – FLORENCIA – PISA – PADUA – VENECIA – VERONA – MILÁN – ESPAÑA


ROMA Se realizará una visita panorámica de la Roma Antigua, conociendo la isla Tiberina, el Trastevere, las colinas de Aventino y Palatino, Coliseo, Circo Máximo, Arco del Triunfo de Constantino, Teatro Marcelo, la famosísima plaza de Venecia y las escaleras del Campidoglio diseñadas por Miguel Angel. A continuación realizaremos la visita a la Básilica de San Juan de Letrán, Catedral de Roma y primera residencia de los Papas.  

Disfrutaremos también de la visita a las Catacumbas, un paseo maravilloso por los orígenes de la Roma Cristiana. Y veremos Roma de noche, recorriendo las principales plazas de la ciudad, visitando la famosa Fontana de Trevi, el Panteón y la espectacular Plaza Navona, con sus típicos tenderetes y retratistas, etc. 



ASÍS. Visitaremos la Basílica de San Francisco, formada por dos iglesias superpuestas, Santa María de los Ángeles y La Porciúncula. 



FLORENCIA. Visita panorámica de la ciudad: Catedral de Santa Mª de las Flores, la Plaza de la Signoria, admirando las esculturas de “La Loggia dei Lanzi”, como el Perseo de Cellini. Veremos también el Campanille de Giotto, el Baptisterio, con sus famosas puertas de bronce. Sobre el Arno  está el famoso puente Vecchio, lleno de joyerías, tiendas de arte y recuerdos, etc. visita opcional al Museo de la Academia, donde se podrá contemplar el famoso “David” de Miguel Angel y observar “Los Quattro Prigioni” (Los Esclavos), esculpidos entre 1521 y 1523 para la tumba del papa Julio II. 



PISA-PADUA Salida hacia Pisa, llegada y visita de esta ciudad toscana que tiene un conjunto de belleza singular en la Plaza de los Milagros. Almuerzo. Continuación del viaje hacia Padua, donde destaca su magnífica Plaza Prato della Valle y la Basílica de San Antonio, la cual visitaremos y salida hacia Venecia. 



VENECIA Efectuaremos un crucero en barco por la laguna y las bellas islas venecianas. Visita panorámica por la impresionante Plaza de San Marcos, un maravilloso conjunto  arquitectónico con la Basílica de San Marcos, la Torre del Reloj, el puente de los Suspiros, Campanille y Palacio Ducal, Visita a una fábrica de cristal de Murano. Paseo opcional en góndola por los típicos canales venecianos. 

VERONA-MILÁN - ESPAÑA Visita a Verona, la ciudad de Romeo y Julieta, construida casi por completo con el mármol rosa y blanco característico de la región. Visitaremos la casa de Julieta, situada cerca de Piazza Erbe. Veremos también la Piazza Bra, su gloriosa Arena Romana del siglo I, la tercera estructura de esta clase, por tamaño (a menudo, se utiliza como sede de festivales de ópera). Continuación del viaje hasta Milán, una de las principales metrópolis de Europa, centro de negocios y de la alta costura. Destaca su espléndida Catedral gótica, la Galería de Víctor Manuel II, “La Ultima Cena” de Leonardo da Vinci, el primer teatro de la Ópera del mundo, la Scala.

Descárgate el folleto con los viajes
Descarga el archivo

Para más información: 
Para cualquier duda, aclaración o información, así como para las inscripciones y reservas, pueden comunicarse con las Hermanas:
MISIONERAS EUCARÍSTICAS DE NAZARET
c/ Costa y Grijalba, 16.Santa Cruz de Tenerife
Tfnos. 922 28 35 77 / 669 75 59 58
email: mentenerife@gmail.com